Muscat, entre datiles e incienso

Nuestra excursión de crucero nos lleva hoy a recorrer Muscat, la capital del sultanato de Omán, entre dátiles e incienso.

Por: Conchi Castañeira

 

incensario en Muscat

 

 

Muscat o Mascate es la capital del Sultanato de Omán y a ella llegamos a las nueve de la mañana. Esta ciudad es conocida desde el siglo I como un importante puerto comercial entre oriente y occidente, en la llamada «ruta del incienso».

Sólo asomarnos al balcón de nuestro camarote el calor hizo acto de presencia y nos llamó mucho la atención el paisaje tan curioso, las formaciones rocosas de las montañas Al Hajar contrastan con el blanco inmaculado de sus construcciones todas de baja altura,- está prohibido edificar grandes alzadas-. El puerto, situado en el mismo Golfo de Omán es un lugar con cierto aire de estar detenido en el tiempo, si dejas volar la imaginación es fácil ver navegando en esas aguas al mismo Simbad el Marino.

Después de desayunar procedimos a desembarcar. Habíamos quedado con nuestra guía privada, Raheema, a la salida del mismo puerto. Existen unas lanzaderas gratuitas que te dejan ahí mismo, por lo cual llegamos enseguida. Allí nos estaba esperando Raheema en su coche con el aire acondicionado puesto, era de agradecer. Tuvimos mucha suerte al poder contactar con ella por medio de internet y por recomendación de otras personas que habían realizado este crucero antes. Es difícil que en Muscat encuentres a guías que hablen castellano y Raheema lo hablaba perfectamente. (Hablamos del año 2010 que fue cuando realizamos este crucero)

Comenzamos la ruta. La primera parada seria la Gran Mezquita del Sultán Qaboos.

Esta mezquita fue construida entre 1995 y 2001 por orden del propio sultán. Su superficie se extiende a 40.000 metros cuadrados, rodeada toda ella de jardines. Hicieron falta 300.000 toneladas de piedra arenisca de India para su construcción. Está rodeada por cinco minaretes y tiene una cúpula central que se eleva a 50 metros por encima del suelo y no deja de ser impresionante. Son 20.000 fieles los que pueden congregarse en ella. Para entrar es obligatorio las mujeres ir cubiertas la cabeza, los brazos hasta las muñecas y las piernas hasta los tobillos. Los hombres es suficiente con los brazos hasta los codos, pero eso sí, las piernas también hasta los tobillos. Todos descalzos. De esta guisa y con unos 38 grados procedimos a entrar. Cuando accedimos a la sala principal nos dimos cuenta que pasar calor bien merecía la pena. Toda ella es de mármol blanco con azulejado azul y los techos artesonados en madera, oro y nácar.

La alfombra que cubre el suelo de esta sala tiene 1.700.000 nudos, pesa 21 toneladas y tardó 4 años en ser realizada. Se utilizaron 28 colores en tonos diferentes y fue tejida a mano en Irán. En el centro de la cúpula central se encuentra una maravillosa y enorme lámpara, nuestra guía nos dijo que es la mayor del mundo, de cristal de Swarovsky. Salimos de la sala de oración y fuimos a ver la sala para las mujeres, la cual comparada con esta, es mucho más sencilla. Acabamos la visita, pudimos ya quitarnos ropa de encima y una vez en el coche de Raheema nos refrescamos con unos botellines de agua que ella nos tenía preparados.

La siguiente parada fue un museo de arte y tradiciones, pequeño, pero interesante. Además en su terraza disfrutamos de una de las mejores vistas de toda la ciudad. De allí nos dirigimos a ver la moderna y nueva Muscat, muy cuidada y limpia.

Paramos en una tienda de Bateel a comprar dátiles. Era algo que ya llevábamos en la cabeza desde España. Los dátiles de Arabia Saudí son muy famosos, tanto por su tamaño, como por su sabor. Poco tienen que ver con los de Túnez, por ejemplo. Bateel es una casa especializada en hacer de este fruto una delicatesen. En sus tiendas puedes encontrar delicias hechas todas a base de dátil, por ejemplo, champan, mermelada, bombones, pastas y además están los dátiles rellenos, de limón, chocolate,almendras, etc, etc. No apto para golosos. Una vez nos dieron a probar e hicimos nuestras compras seguimos ruta.

La siguiente parada fue el zoco. Este nos pareció muy autentico y al ser Muscat parte importante de la ruta del incienso, no podía faltar este en todos los puestos. Allí se mezclaban los olores con los colores y los sonidos, es algo que siempre me gusta de todos los zocos que he visitado, el dejarme llevar por los sentidos y observar a los paisanos en su día a día. De visita imperdible.

Zoco de Muscat
Zoco de Muscat

Cuando nos encontrábamos allí, llamaron a la oración, es un momento que me encanta, es auténtico. Desde el zoco Raheema nos llevó andando a ver un minarete que ni siquiera ella sabía muy bien de cuando provenía. El minarete nos pareció de una gran belleza, todo él labrado en madera con un colorido precioso, según nos dijo es suní y bastante antiguo.

Volvimos al coche, el calor ya apretaba, fue uno de los días de más calor, y nos dirigimos a la zona de Matrah o lo que se llama también Old Muscat,  a ver el palacio real. A este palacio también se le conoce como Palacio Real Qasr Al Alam y es una lujosa residencia real aunque hoy en día es más un edificio puramente ceremonial ya que el Sultán no reside en él .Está construido en un estilo bastante modesto, de colores y tonos claros y de estructuras bajas y rodeado de unos preciosos jardines.

Este palacio está flanqueado, en una pequeña ensenada, por dos fuertes portugueses del siglo XVI, Jalali y Merani Fort, ambos son dos joyas de la llamada arquitectura del desierto. Otro de los fuertes que vimos fue el Muttrah Fort, también construido por los portugueses en 1580. Muscat se encontraba en la llamada ruta de los fuertes.

Siguiendo nuestro camino, vimos muchas calas preciosas de arenas blancas y aguas turquesas, también pasamos por la universidad, uno de los hoteles más caros del mundo donde el Sultán dispone de una planta entera, una granja de camellos, cabras y más y más calas con complejos hoteleros y contrastando con estos, pequeñas mezquitas.

Siguiendo por la corniche, paramos para ver uno de los símbolos de esta ciudad y que corona la Atalaya. Un quemador de incienso blanco y de gran tamaño que es el más grande del mundo. La corniche está rodeada de parques y es un sitio donde las familias van a pasear.

Raheema también nos fue contando curiosidades de la historia de Omán. El actual Sultán derrocó a su propio padre con ayuda de Gran Bretaña, que fue donde él se educó. De esta manera quiso abrir más Omán al mundo y actualmente se puede decir que poco a poco lo está consiguiendo.

A las 15.00 horas Raheema nos llevó de vuelta al puerto y allí nos despedimos de ella. El total de esta interesante excursión fue de 80 euros dos personas.

Una vez en el barco y después de una ducha nos fuimos a comer y a descansar un poco hasta las 18.00 horas que el barco zarpó. Como siempre subimos a cubierta para disfrutar del momento. Ya empezaban a encender las luces de la ciudad, entre ellas las del incensario, que eran azules y contrastaban con su color blanco. Con el maravilloso y único paisaje que estábamos viendo nos despedimos de esta ciudad mientras el barco se iba alejando. Un destino diferente y recomendable.

Una vez la aventura del día quedaba atrás, llegaba el relax y la diversión y siempre pensando que al día siguiente un nuevo destino nos estaba esperando.

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