Visite Ámsterdam en julio del 2003 y me cautivo desde el primer momento, no se trata de una capital cualquiera, Ámsterdam es muchas cosas:La arquitectura de sus
canales (fiel reflejo del Siglo de Oro Holandés).El arte presente en sus
museos a través de los grandes pintores holandeses: Rembrandt, Vermeer y Van Gogh.Es también Ana Frank y el terrible recuerdo de la 2ªGuerra Mundial.
Pero ante todo, es una ciudad vital, tolerante y tremendamente transgresora.

Que comer  … en Amsterdam

Ámsterdam es una ciudad repleta de locales dedicados a la diversión, restaurantes, cafeterías y tascas por lo cual, no nos supondrá ningún problema encontrar un lugar en el que reponer fuerzas mientras visitamos sus lugares mas típicos.
Una opción estupenda, cuando no se dispone de mucho tiempo, la encontraremos en unos pequeños establecimientos repartidos por muchos puntos de la ciudad y en los que sirven unos cucuruchos de patatas fritas acompañadas de diferentes salsas – a mi me encanta la garlic sauce o salsa de ajo (opción no apta para esa «gran amante de nuestro país», llamada Victoria Beckam) -.
Es una gozada ir conociendo la ciudad mientras saboreas este rico tentempié.
Si se dispone de un poquito más de tiempo, una opción realmente exótica y diferente, es dirigirse a la Plaza Leidseplein y calles aledañas (situadas al sur-oeste de la ciudad, cerca de los principales museos) y probar el Rijsttafel, se trata de de una comida de origen indonesio, aunque se cree que a su creación también contribuyeron los colonos holandeses asentados en dicha zona.
El Rijsttafel se compone de una sucesión interminable de pequeños platos de carne, pollo y verduras, acompañados de diferentes tipos de arroz.
Esta especialidad se presenta en pequeños cuencos colocados en una bandeja tipo
brasero con unas pequeñas velas situadas en su interior, que ayudan a mantener
la temperatura de la comida, y que a su vez le dan a este plato un toque encantador y diferente.
Para espíritus menos atrevidos, destacar que en la plaza Leidseplein también encontraremos una amplia oferta de restaurantes con especialidades  gastronómicas de diferentes países: italianas, argentinas, japonesas…. con lo cual la oferta es amplísima, y se evita el tener que desplazarse por la ciudad en busca de un lugar donde comer y ganando así mucho tiempo.
Cualquier plato que saboreemos en Holanda vendrá siempre acompañado
de la inmensa variedad de panecillos de diferentes sabores (sésamo, nueces,
tomate, cereales, etc.) típicos de los Países Bajos y que, según  dicen los
holandeses,  es lo que más echan de menos cuando salen fuera de su
país.
Llegado el mejor momento de la comida, los postres, tenemos dos
opciones:
Para los menos golosos, una buena opción es probar una amplia
selección de los afamados quesos holandeses (Edam, Gouda y el queso de bola
holandés que todos identificamos rápidamente por ir envuelto en papel de celofán
rojo). Estos tipos de quesos son muy fáciles de encontrar en cualquier cadena de
supermercados de nuestro país, pero no sé porque siempre nos sabe todo más rico
en su lugar de origen.
La otra opción es para los golosos (entre los que me incluyo) y es «la obligación» de probar Poffertjes (dulce tradicional de la cocina holandesa).Esta especialidad consiste en una especie de buñuelos de masa frita espolvoreados con azúcar glas y mantequilla, también se pueden pedir acompañados de nata, fresas chocolate fundido, etc. Para su elaboración se emplea un molde especial de hierro fundido dividido en pequeñas celdillas en las que se va vertiendo la masa. Se trata de un postre realmente delicioso.
Y por último, un consejo personal, a la hora del café, que toda buena comida se
merece, como remate final os recomendaría ir a tomarlo a cualquier «tasca
marrón» (no confundir con los coffee shop). Algunos de estos establecimientos
datan del siglo XVII y tienen un ambiente y una solera muy especiales, creada
por el paso del tiempo, y bajo mi punto de vista no tienen nada que envidiar a
los famosos pubs ingleses ni a las tabernas irlandesas.
Si el mundo no fuera tan grande y con tantos lugares que conocer, volvería a Ámsterdam una y mil veces, pero estoy convencida  de que mi visita del año 2003 a esta sorprendente ciudad no será la ultima.
Mª HORTENSIA SIMON